Viena es la capital de Austria, pero hemos de recordar que fue capital de todo un poderoso imperio, el imperio Austrohungaro, que se extendía por las actuales naciones de Austria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y las regiones de Voivodina en Serbia, Bocas de Kotor en Montenegro, Trentino-Alto Adigio y Trieste en Italia, Transilvania y parte del Bánato en Rumanía, Galitzia en Polonia y Transcarpatia en Ucrania. Y, como capital de tal imperio, albergó grandes palacios que, hoy día, se conservan como atractivo turístico e, incluso, con fines gubernamentales.
El más importante de los palacios de Viena es el Palacio Imperial, o Palacio del Hofburg. En este enorme e impresionante complejo palaciego encontraremos los antiguos aposentos imperiales, varios museos, una capilla, una iglesia, la Biblioteca Nacional Austriaca, la Escuela de Equitación de Invierno y el despacho del presidente de Austria. El complejo está formado por más de diez edifícios, era originalmente un castillo del siglo XIII, que fue ampliado hasta convertirse en una residencia lujosa con el aumento del poder de los Habsburgo y de su dominio siendo residencia oficial de la familia imperial hasta 1918. Su arquitectura muestra cómo cada mandatario quería dejar su propia huella en el palacio, por lo que podemos observar la evolución de la arquitectura centroeuropea durante siete siglos, desde el gótico hasta el historicismo del siglo XIX.
Otro de los palacios importantes de Viena es el Palacio de Belvedere. Fue mandado construir por el Príncipe Eugenio de Saboya al arquitecto austriaco Johann Lukas von Hildebrandt, después de su aplastante victoria sobre el ejercito otomano a fines del siglo XVII (que le permitió a Austria anexionarse Hungría, Transilvania y Eslavonia), para emplearlo como residencia de verano. El palacio, de arquitectura barroca, se construyó entre 1714 y 1723.
Esta obra de arte barroca consta de dos palacios (el Belvedere Superior y el Inferior) que albergan hoy arte austriaco desde la época medieval hasta el presente. El Belvedere SuperiorEl Belvedere Inferior conserva la vivienda y salas de gala del príncipe Eugenio, para ser visitados por turistas de todo el mundo. alberga la colección más grande del mundo de Klimt, pintor austríaco de fama mundial.
jueves, 23 de octubre de 2008
viernes, 17 de octubre de 2008
La Baixa de Lisboa.
Al llegar a Lisboa, una de las primeras cosas que pueden llamar su atención es lo abrupto de su orografía, hay tales desniveles que Lisboa se dotó de unos elevadores mecánicos, los funiculares, que permiten ascender grandes desniveles sin esfuerzo. Dentro de esta abrupta orografía la zona llamada la Baixa corresponde a la parte baja de la ciudad de Lisboa, verdadero corazón comercial y financiero de la capital lusa.
En la Baixa nos encontraremos una gran cantidad de tiendas y terrazas inundadas de gente. Los músicos y artistas aportan a la zona un ambiente bohemio. Tras el terremoto que asoló Lisboa en 1755 la zona de la Biaxa quedó prácticamente destruida, por lo que tuvo que ser recostruida casi en su totalidad. En su reconstrucción se respetó su estructura de cuadrícula, lo cual facilitará la orientación del visitante, y las amplias plazas que salpican toda la zona y la llenan de vida.
Entre sus plazas destaca la Plaza de Comercio, junto al río Tajo, fue y es la entrada a Lisboa para quienes llegan a ella desde el río. En esta impresionante plaza, una de las más grandes de Europa, podemos hacer una parada en nuestra ruta y deleitarnos de su ambiente mientras tomamos un café en el Martinho da Arcada, la cafetería más antigua de Lisboa.
Desde la Plaza de Comercio, podemos dirigirnos hacia el norte, por la Rua da Prata, y llegar hasta la Plaza da Figueira, antiguo mercado de la ciudad, mientras que si nos dirigimos hacia el río, a través del imponente Arco Triunfal, llegaremos a la Rua Augusta, una animada calle peatonal, donde abundan los cafés y las tiendas, y donde podemos aprovechar para hacer nuestras compras en Lisboa.
Y si deseamos finalizar nuestra ruta por la Baixa teniendo una perspectiva diferente del barrio, lo más recomendable es dirigirse hasta la Rua de Santa Justa, donde encontraremos un funicular, que nos llevará hasta el Bairro Alto, desde donde tendremos unas vistas preciosas de la Baixa de Lisboa.
En la Baixa nos encontraremos una gran cantidad de tiendas y terrazas inundadas de gente. Los músicos y artistas aportan a la zona un ambiente bohemio. Tras el terremoto que asoló Lisboa en 1755 la zona de la Biaxa quedó prácticamente destruida, por lo que tuvo que ser recostruida casi en su totalidad. En su reconstrucción se respetó su estructura de cuadrícula, lo cual facilitará la orientación del visitante, y las amplias plazas que salpican toda la zona y la llenan de vida.
Entre sus plazas destaca la Plaza de Comercio, junto al río Tajo, fue y es la entrada a Lisboa para quienes llegan a ella desde el río. En esta impresionante plaza, una de las más grandes de Europa, podemos hacer una parada en nuestra ruta y deleitarnos de su ambiente mientras tomamos un café en el Martinho da Arcada, la cafetería más antigua de Lisboa.
Desde la Plaza de Comercio, podemos dirigirnos hacia el norte, por la Rua da Prata, y llegar hasta la Plaza da Figueira, antiguo mercado de la ciudad, mientras que si nos dirigimos hacia el río, a través del imponente Arco Triunfal, llegaremos a la Rua Augusta, una animada calle peatonal, donde abundan los cafés y las tiendas, y donde podemos aprovechar para hacer nuestras compras en Lisboa.
Y si deseamos finalizar nuestra ruta por la Baixa teniendo una perspectiva diferente del barrio, lo más recomendable es dirigirse hasta la Rua de Santa Justa, donde encontraremos un funicular, que nos llevará hasta el Bairro Alto, desde donde tendremos unas vistas preciosas de la Baixa de Lisboa.
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